Y, sin casi darte cuenta, estás de vuelta en Alemania tras un mes fuera.
El Seepark: Sol, césped, lago, vino...what else? |
Aunque pareciese imposible, resulta que la primavera también
ha llegado a estas tierras. Cuando te fuiste, aún quedaba algo de nieve en las
montañas y tu concepto de día de calorcito era simplemente poder salir de casa
sin camiseta térmica.
Ahora, en cambio, ya es tiempo de picnics junto al lago y de
fotos de flores. De escapadas y barbacoas. Ah, y tus alemanes están más morenos
que tú (parece que la técnica centroeuropea de aprovechar cada rayito de sol da
sus frutos).
Regresan las fiestas que empiezan a las seis de la tarde
(toca reacostumbrarse a los horarios alemanes) pero también las clases (que dos
meses y medio de vacaciones era ya
pasarse).
La primavera por aquí también son lluvias sorpresivas y
caóticas, y semi-maratones para alcanzar tranvías o buses en marcha (aunque
supongo que eso último no depende de la época del año).
La intensidad antes de la tormenta |
En una charla con los compis del piso, descubres que uno de ellos
estaba en la comisión de admisión de tu residencia. Cuando hiciste todo el
papeleo para conseguir alojamiento, imaginabas en tu estrés a un grupo de
sacerdotes octogenarios todopoderosos leyendo las cartas de motivación.
Imposible no reírte ante la imagen de que la temida “comisión de admisión” no
era más que uno de tus compis y tres o cuatro estudiantes más de la resi a los
que les toca leerse el tocho de cartitas en los que decenas de criaturillas
intentan causar la mejor impresión posible.
Este es uno más de los tantos clichés e ideas preconcebidas
sobre la vida aquí (y sobre la vida en general) que se te han caído. Y es que
antes de que todo esto empezase te imaginabas mil cosas, muchas de ellas lógicas, otras un
tanto absurdas.
Y es que las cosas nunca son como nos las imaginamos. La
“extraña residencia católica” se ha convertido en tu segunda casa y “esos alemanes” en personas importantes.
La vida es así. Hacemos mil previsiones, preparamos
discursos imaginarios y nos imaginamos cientos de escenarios. Intentamos
barajar todas las posibilidades, sucesos probables, seguros o imposibles. Supongo
que necesitamos esa falsa sensación de seguridad.
Zürich, ¿Dónde acaban las nubes y dónde empiezan las montañas? |
Pero no importa lo mucho que calculemos, siempre habrá
elementos accidentales que se encarguen de trastocar nuestras elaboradas
construcciones mentales, porque la realidad nunca va a dejar de sorprendernos.
El caso, que estamos todos muy primaverales. Y así seguimos,
entre alegrías y alergias. Entre imprevistos y planes.
“Life is what happens to you while you are busy making other plans”