El
estar de Erasmus implica estar entre dos mundos sin pertenecer del todo a
ninguno de ellos.
Ya
no estás en tu casa ni en la ciudad que te vio nacer y eso se nota. Incluso
cuando estás allí de visita, sientes que no estás del todo en tu sitio. Se
percibe en los sitios, se nota en la gente. No tener nada que hacer un lunes
por la mañana puede resultar extraño. Todos tienen que levantarse temprano para
estudiar, trabajar, en definitiva, para seguir sus rutinas. Pero tu rutina es
sencillamente la ausencia de rutina. Ahora mismo estás aquí, pero ya tienes
comprado tu billete. ¿Billete de vuelta?
Lluvia, vapor y velocidad (Turner) mil caminos, mis caminos |
Allí
en Alemania no dejas de hablar de lo genial que es la espontaneidad y el
dejarse llevar tan típico de tu tierra. Llegas aquí y cuando esperas (y desesperas) media hora
un autobús sin la certeza de cuando llegará, extrañas esos horarios de tus
tranvías, por muchas malas pasadas que te hayan jugado.
¿TUS
tranvías alemanes? Pues sí, son TUS tranvías, y aquí TUS buses sevillanos que
no llegan. También es TU Littenweiler querido y todo lo que en él hay, pero no
por eso son menos tuyas TUS fiestas locales ni las torrijas de TU abuela, ni
TUS amigos de siempre.
Dos
sitios distintos (y los que espero que queden). Y todos son parte de TI.
Y
así seguimos. Y es confuso y maravilloso.
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