domingo, 23 de noviembre de 2014

Alles gute? (und nicht nur zum Geburtstag)



Heimat ist, wo das Herz ist”, oder?
Aber wo ist mein Herz?
(al menos tengo decoración para el cuarto)
Y llega el día de tu cumpleaños. Y toca hacer balance de nuevo (Sí, a las personas nos encanta poner etiquetas a las etapas, y machacarnos con ello).

Irremediablemente piensas en todo lo que ha pasado este año. En lo vivido, en lo que ha cambiado, en quienes llegaron y, sobretodo, en quienes se fueron antes de tiempo.

La visita sorpresa de tus padres te ha pillado totalmente desprevenida y, aunque suene un poco cursi, tienes que admitir que ha sido un gran regalo.


Aunque al verles una de las primeras cosas que pensaste fuese “menos mal que ayer me dio por hacer limpieza general y tengo el piso arregladito”.

O que tus padres se empeñen en acompañarte al tranvía a las diez de la noche “porque está oscuro” y tú no puedas evitar sonreír mientras piensas que estás acostumbrada a cogerlo a las cinco de la mañana como si tal cosa.

Ante una situación así, en España te enfadarías y les tratarías de explicar que no tiene sentido, que no pueden protegerte de la oscuridad eternamente. Pero aquí te callas, y les dejas disfrutar del momento, de la apariencia de seguridad y certeza. Porque no te cuesta, porque a veces se agradece.

Home is where one starts from” (T.S Eliot)
 ¿Un punto de partida?
Tras estos días de turisteo también te das cuenta de que en Friburgo no eres una turista. Y eso lo notas cuando tus padres te empiezan a preguntar por la comida alemana o pretenden que traduzcas la carta de los bares al español (como comprenderéis mi vocabulario en alemán no suele incluir palabras como “remolacha” o “aguacate”). Empiezas a ser consciente de que vives aquí. Por eso no habías subido todavía a la catedral (bueno, puede que también por pereza) ni habías probado algunas de las recetas típicas. Porque tienes todo el tiempo del mundo, o, al menos, eso crees.







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