Y tras tanto esperar llegó el día. Tras una noche muy corta,
llena de despedidas y de problemas para
cuadrar el peso de las maletas, cogí ese avión a Basilea (Suiza).
La cara y estresante Basilea, a la que pese a todo pretendo volver un día |
Y tras un vuelo entre cabezadas empezaron los problemillas y
malentendidos que tanto me caracterizan. El resumen en pocas palabras sería:
móvil que no funciona, señora cargante, maletas pesadas y francos suizos. Aunque
no lo parezca estos términos inconexos
tienen bastante sentido. Digamos que tuve que acabar comprándome una tarjeta
sim suiza (entre ésa, la alemana y la española parece que las colecciono o
algo) y que en Suiza te cobran hasta por respirar (y además lo hacen en francos
suizos y se inventan los tipos de cambio).
En fin, al menos entre tantas vueltas pude ver un poco de
Basilea y pararme en un parquecito a tomar algo (el típico bocadillito de jamón
que toda madre que se precie manda a su hijo como salvavidas en un viaje).
El estrés por fin acabó cuando, tras haber temido perder mi
conexión de tren, llegué sana, salva y tras más de doce horas de viaje a
Speyer. a la casa de mi amiga. Allí conocí a sus famosos abuelos andaluces,
unos señores adorables adictos a “Juan y medio”, y al resto de su familia (que
son muy acogedores).
Catedral de Speyer, enorme |
Estos días he estado conociendo la región (Rheinland-Pfalz y
Baden-Württenberg) y probando los productos típicos y el vino Riesling (¡por
fin una región más vinícola que cervecera!). Deidesheim, Hockenheim y
Heidelberg (que es una auténtica preciosidad), sin olvidar Speyer y su
gigantesca catedral.
Y sobretodo estoy hablando (y escuchando) mucho mucho
alemán. En la calle, en el cine, en la tele, en la casa (aunque allí hablo más
bien Speuch, lo que viene siendo una mezcla de español y alemán). Y eso se
nota, aunque a veces tarde en pillar las cosas, pero poco a poco.
Esta primera e improvisada etapa del viaje está siendo muy
buena y , aunque son fechas un tanto especiales para no estar con la familia,
estoy realmente ilusionada. Mañana toca otro largo trayecto hasta Friburgo, a ver lo que me espera allí.
Casualidades que nos gusta recolectar...
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