lunes, 13 de octubre de 2014

Schritt für Schritt...


Pues, por fin, casi una semana después de llegar a Friburgo, puedo escribir. Me he pasado todo este tiempo sin Internet, lo que, como os podréis imaginar, no es lo más ideal cuando uno acaba de llegar a una ciudad desconocida.

En fin, tras unos días muy buenos en casa de esta amiga, me tocaron unas cuantas horas de viajecito bajo la lluvia y, como siempre, bien cargada de maletas, hasta Friburgo.

las vistas desde mi habitación,
muy rural todo
Mi maravillosa residencia, como ya os adelanté en su día, está perdida en medio del bosque. Literalmente. Desde mi ventana se ven las montañas con sus arbolitos y eso. Para ir al centro tengo que coger el tren o el tranvía y aún no controlo demasiado los horarios, así que llego tarde a todas partes. ¿Raro en mí, no?

Ah, y sospechas confirmadas, vivo con 17 alemanes con los que comparto cocina y baño (aunque sea una residencia está organizada por plantas y cada planta funciona como un piso compartido).


En general los de la residencia son amables, pero no puedo negar que todo es un poco complicado. Eso sí, mi nivel de alemán creo que aumenta por segundos, es una cuestión de supervivencia. Aunque, a veces, llega un punto en que me resulta todo tan agotador que ni puedo ni quiero hablar ningún idioma.

Por otra parte, el papeleo es bastante insoportable y la falta de Internet no es que ayude mucho. Creo que me acabarán echando del Starbucks, porque se nota bastante que vengo básicamente a pillar Wifi.

Menos mal que la gente en Friburgo es bastante simpática, te miran con una mezcla entre cariño y compasión cuando preguntas por las direcciones e incluso creo que una abuelita de aquí me ha querido adoptar o algo porque me regaló una tarjeta de transporte así por las buenas.

Respecto al tema salir y fiestas, impera nuevamente el surrealismo que me caracteriza. Días en los que iba a una cenita tranquila en la Mensa he acabado en una discoteca desde la que se veía todo Friburgo y días en los que pretendía salir he acabado en modo sofá, manta y peli con mis compañeros de piso.

Por lo demás, me las apaño bastante bien aquí, aunque creo que necesito con urgencia que alguien me regale un libro de cocina. Poco a poco mi habitación va dejando de tener ese aire provisional e igual que mis cosas se van asentando en este nuevo espacio, también lo van haciendo mis ideas.


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